miércoles, 14 de noviembre de 2012

La pesca

Sobre las trémulas aguas del lago
en el negror incipiente del crepúsculo
el pescador tiende su caña
de nuevo
el pescador mira al espacio infinito


Ya pasó el éxtasis de la jornada
ya se pierde el sol en la distancia
ya fue el sol del pescador
lo dicen sus luengas manos marchitas


Tiembla
la caña, entre los dedos
del hombre


Habla
el anzuelo, desde su
penumbra oscura


El pescador, sobre la vieja barca
aferra la caña bajo la luna
la posee él, o ella lo doma
el hombre y la caña bajo la luna


Lo arranca de su tiniebla cegada
lo atrapa en su celada de hierro
el sedal sisea su vibración de muerte
el pescador alza su presa hacia la noche
pura


Boquea
el pez herido,
desesperado


Palpitan
sus agallas, supuran
el miedo


El hombre lo sostiene entre sus manos
                                               ajadas
El hombre lo contempla desde sus surcos
                                            profundos


Sobre la hondura abisal
del lago en cabrilleo
el pescador se ha inclinado
en la cubierta del bote


Callado, quieto, pensando
quién sabe, en sí mismo
el pescador abre los brazos
y libera al prisionero


Ambos, en su soledad
de pez y hombre


Se sienten remar entre el limo y la roca
Se sienten nadar hacia el muelle último