domingo, 19 de agosto de 2012

Action Heroes

El cine de acción en la década de los ochenta era más sencillo, más puro, menos artificioso y más sincero. Este cine es la última evolución del verdadero producto estrella de Hollywood, su simiente y su pasado, la epopeya del western. El western termina siendo, en esencia, un hombre solitario enfrentado a un enemigo pérfido, y este código alentador es el que dirige el rumbo de los grandes héroes de la acción clásica. Los Schwarzenegger, Willis o Stallone son versiones modernizadas y musculadas de John Wayne o Gary Cooper, lo cual no implica que la modernización sea siempre un concepto positivo. Los villanos tradicionales pasaron a ser terroristas, narcotraficantes o asiáticos comunistas, colectivos susceptibles de sustituir en el inconsciente americano la maltratada efigie de las tribus indígenas. Estados Unidos golpea primero y cuando no queda nada en pie se arrodilla, medita, siente remordimiento y lanza algún libro o película, donde denuncia las maldades pasadas y reclama monumentos conmemorativos sobre el baldío osario de su enésima víctima. En general, los héroes de acción eran tipos duros que ya no llevaban un colt a la cintura, pero sí armas automáticas que elevaban los viejos tiroteos a la enésima potencia. Conectaban con la base más elemental del cerebro humano, que es la del ojo por ojo, antiguo ya en tiempos de Hammurabi, y, en lugar de aturdir con confusos guiones o motivaciones psicológicas, explotaban la simplicidad masculina del macho triunfador frente a todas las adversidades. El paladín indomable vive desde la época de Homero y tanto Aquiles como Héctor son ejemplos arcanos de duchos pistoleros. Al hombre le fascinan los héroes porque son capaces de contender contra entornos hostiles y esto no es más que una proyección reprimida del tirano sociópata que todo individuo cobija en algún rincón de su alma. A Hollywood se le gastó esta fórmula porque la gente pedía legitimación a tanta violencia, que la muerte ha de justificarse por algún fin abstracto, necesario y solemne. Ahora, la pantalla también se tiñe de sangre, pero, como en las noticias, sólo después de una concienzuda digresión de los guionistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.